Rondaban las cinco de la mañana, se mascaba la tragedia en una noche cerrada, con sus aguas gélidas y frías, A Coruña despertaba con el corazón roto pero con la mirada de orgullo de ver como tres personas anónimas, cumpliendo son su deber y obligación, segundos que parecen horas en la mente de una persona para decidir la mejor solución, como actuar y todo ello sin pensar en las críticas constantes, insultos, agresiones políticas y de la sociedad, todo ello se quedó en un segundo plano, decididos e incluso un poco temerarios, para ayudar e intentar salvar la vida de varias personas se lanzaron al agua, aguas bravas dificiles de controlar...aún así...sin complejos, sin nacionalidades, razas e ideologías, eso no cuenta en el momento de dar tu vida por los demás.
Tres heroes vestidos de azul, hecharon un pulso a las aguas bravas de Galicia, salvaron a una persona pero...el tiempo pasó y el mar ganó la batalla, deshaciendo ideas futuras, rompiendo familias y uniendo a la sociedad, aunque solamente sea por poco tiempo y volver a las andadas, insultos, críticas y agresiones...pero hoy y siempre hay que decir que estas tres personas eran funcionarios, palabra que en la actualidad está condenada y proscrita y gritar al viento que me siento unido a estas tres personas que dieron la vida por ayudar a los demás lo que me hace sentir que todavía quedan profesionales que sin pedir nada a cambio ofrecen su vida sin hacer mucho ruido y en silencio, solamente roto por el llanto de su familia.
Daros vuestro pequeño homenaje y portar con orgullo, esa querida y en ocasiones odiada placa y emblema del Cuerpo Nacional de Policía. Que dios os bendiga y que los Angeles Custodios os acompañen.
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