lunes, 8 de febrero de 2016

IV Cross Batalla de Munda

Corría el 31 de enero del año 2016 después de Cristo, donde más de 400 romanos, bien pertrechados con la ropa adecuada, bien desayunados en el patio de la gran casa romana La Unión, con aceite, pan, leche y café, íbamos a ir al combate en una mañana soleada, día perfecto para sufrir y venerar las heridas que en nuestro cuerpo se marcarían para recordar entres los ciudadanos de la Montulia Imperial.

Esta vez en el "Campus Mundensis", no nos íbamos a encontrar a los Pompeyanos dispuestos para acabar con nuestros sueños, si no que el enemigo a batir era de polvo y tierra, de pendientes que te llevaban a los pies del Dios Zeus, desniveles superables gracias a la fuerza de los luchadores y la distancia, 19 km. de una campiña montillana regada de agua, sudor, lágrimas y sangre, pero sobre todo de orgullo, mucho orgullo de ver como a la entrada del pueblo de Montilla, la plebe, los Tribunos, los hombres libres aplaudían a los guerreros fieros por su casta y valentía en el combate.


Todo comenzó a las 10:30 horas, donde tras el ruido de tambores y cornetas, salimos a recorrer nuestra propia historia...




Junto a mi compañero de fatigas Rafa, se unieron a la formación mi hermano Antonio, mi sobrino Antonio ( 11 años) y el legionario Carrasquilla, todos íbamos a combatir a pecho descubierto las dificultados del camino que no fueron pocas...

Empezamos a muy buen ritmo, bajando de 5 minutos los primeros 4 km, viendo las caras de angustia de algunos legionarios, había que aprovechar el inicio que era muy favorable, aunque tras desviarnos a la derecha camino de nuestros vecinos de Aguilar y pasar el arroyo por nuestro Puente Romano pronto nos íbamos a encontrar la primera subida, El Cerro Humo, el cual nos daría la primera estocada en nuestros frágiles cuerpos, aunque seguíamos unidos nuestro pequeño batallón de guerra.





Tras llegar al primer punto de avituallamiento y refrecar nuestras secas gargantas, continuamos a buen ritmo, donde en el km. 6, sufrimos nuestra primera baja del grupo, mi hermano Antonio tuvo que levantar el ritmo y seguir la batalla junto a otros luchadores del día...

Corría el km. 8 donde las armas del enemigo nos alcanzaron de lleno en nuestros cuerpos, aunque seguimos peleando hasta alcanzar y superar el desnivel del terreno aunque la herida ya empezaba a sangrar...




 Llegamos al segundo punto de avituallamiento, el Cortijo del Ejío, bebiendo agua y un gel para que mi mal herido cuerpo reaccionase un poco más, ya que la rodilla izquierda empezaba a molestarme y el dolor iba en aumento...pero en esta guerra o se vence o se muere y yo decidí vencer.


Viendo Piedra Luenga majestuosa, impecable...una roca salida de las entrañas de la tierra para ver la luz y guiarnos con buen pie a la meta,quedándonos 9 km para saborear las mieles del triunfo, llevando 52:24 minutos corriendo, por lo que seguimos  sin mirar atrás, siempre pendiente de mi sobrino Antonio, que con 11 años seguía al mismo ritmo que el nuestro, todo un portento de la naturaleza e incluso llevando el ritmo en algunos kilómetros...

Tras la bajada rápida y un poco de llano, otro enemigo en el camino, corto pero duro que nos iba a llevar a la fuente Martín Duelamo, para volver por el camino de vuelta y esta vez mi rodilla se resintió pero apreté los dientes y sin pensar seguía hacia adelante...



Tocaba rodar en terreno favorable hasta llegar al km. 15, donde nuestros ojos ya veían el Cerro Toro, 800 metros al 20 % de desnivel, pero ya no había marcha atrás, el enemigo lo teníamos delante y nosotros teníamos el valor y la garra ce combatirlo sin miramientos.

Antes de iniciar la gran batalla del día, mi sobrino Antonio y Carrasquilla se descolgaron, teniendo que enfrentarlo Rafa y yo solo...nos costó más sudor y sangre de lo normal, pero conseguimos ganar y pasarlo mas o menos enteros, aunque ahora sí, mi rodilla no daba para mucho mas...

Decir que los últimos 3 km. fueron de agonía pura y dura, iba de más a menos, mientras que mi compañero Rafa cada vez se encontraba mejor. En el km 17, tocaba la penúltima subida del día...fue mortal de necesidad, casi arrastrando la pierna la subí, aunque " mejor morir de pie que vivir arrodillado"...

El último km. se hizo eterno, menos mal que el pueblo se volcó en los gladiadores y conseguí dar mis últimas zancadas junto a Rafa, pasando la meta con un dolor tremendo pero con una satisfacción que no tiene precio.

El final de la guerra se salvó con un tiempo de 1:43:39., tiempo suficiente para pensar, sufrir, disfrutar, vivir...y sobre todo tiempo para compartir con amigos, demostrando la solidaridad y el compañerismo que todos tenemos en nuestro interior.

Detrás de nosotros y a pocos minutos entró mi sobrino Antonio, una locura lo que hizo, pero lo hizo, así que toca ponerse de rodillas ante su pequeño cuerpo y mi amigo Carrasquilla, que se sacrificó para entrar con el pequeño guerrero.

Unos minutos después entró mi hermano, chapó por su carrera...

Fue un día de auténtico deporte, donde los legionarios con calzado nos mezclábamos con los guerreros descalzos, teniendo que aplaudir y venerar tan inmensa gesta de hacerlo solo con la piel de los pies, una auténtica barbaridad que soportan como gladiadores en el circo romano.

Para terminar, acordarme de Miguel Ángel Feria, el Cesar de esta carrera, sin él nada de esto sería posible...

PD:" se dice que César manifestó que siempre había luchado por la victoria, pero que en esta ocasión también había tenido que luchar por su vida"